
que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas
crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega
tendrás color de espiga,
vestirás simplemente
y andarás con fatiga.
Y un día, un dulce día,
con manso sufrimiento
te romperás cargada
como una rama al viento.
Y será el recocijo.
De besante las manos
y de hallas en el hijo
tu misma frente simple,
tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos,
un poco casi nada…
Anónimo
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